La Plaza de Las Tres Culturas vivió un 2 de octubre de 1968 uno de los episodios más reprobables del gobierno nacional, en una de las masacres que marcó un antes y un después en el país.
Las protestas condenadas como «comunistas» previo a la vigésimo novena edición de los Juegos Olímpicos fueron brutalmente aplastadas por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, al consumar una de las masacres que retumbaron en cada pared del territorio mexicano. A 50 años del hecho, aún hay interrogantes y familias heridas, alumnos, maestros, niños y madres fueron masacrados en la Plaza de La Tres Culturas. Al paso de los años, el mayor culpable fue los gobernantes de la época, cinco décadas más tarde, aún no se sabe cuantas personas murieron el día de esa trágica tarde.
El hecho de buscar el fin del autoritarismo mediante un pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga, fue el principio de una muerte anunciada en una tarde que quedó marcada por los sonidos de las armas de fuego y hombres con guante blanco.
Como lo narra la Universidad Nacional Autónoma de México, en una vista nublada en la Plaza de Las Tres Culturas, 10 mil personas que fueron a manifestarse de manera tranquila luego de que el Ejercito Nacional había regresado las instalaciones de Ciudad Universitaria, fueron encaminadas a un calabozo sin salida.
Ese día no era un protesta común, dentro del marco se encontraban, niños, madres, maestros y periodistas enviados a las Olimpiadas. Con las 18:10 horas en el reloj, se anunciaba la cancelación de la marcha hacia El Casco de Santo Tomás se canceló. Inmediatamente desde uno de los dos helicópteros que sobrevolaban las inmediaciones de la plaza soltó par de bengalas (una roja y una verde).
La señal de ataque fue clara, inmediatamente los disparos sonaron desde diferentes puntos, con francotiradores y soldados disparando a placer fue el acto que ensució el año donde México hacía historia el organizar la mayor fiesta deportiva mundial.
Identificados como el Batallón Olimpia, fueron los mayores responsables de este hecho, capturando y asesinando parte del grupo lider del movimiento. Con miles de muertes jamás se dio una cifra oficial de asesinados en ese hecho. Dicho batallón fue enviado por Díaz Ordaz, al ser la seguridad principal de las Olimpiadas, identificados con un guante blanco en la mano izquierda. La mayor parte de dicho escuadrón fue asesinado por el ejercito al ser confundidos en el tiroteo.
Durante media hora, la sangre corrió por las ruinas prehispánicas de las Tres Culturas, mientras que miles de heridos eran trasladados a la Cruz Roja, como otros hospitales de la ciudad.
Horas después Félix Hernández fue capturado por la policía capitalina y sentenciado a 17 años de prisión, acusado ilícitamente por cientos de delitos entre ellos de homicidio. Sumándose a la lista de los lideres encarcelados por parte del gobierno.
Algunos de los lideres de la CNH fueron Cervantes Cabeza de Vaca, Marcelino Perelló, Raúl ÁLvarez Garín, Eduardo Valle, Martínez Della Roca, Ana Ignacia Rodríguez, Guevara Niebla y Roberto Escudero. La mayoría de ellos encarcelados en el Campo Militar n1 y en la prisión de Lucumberri.
Al día siguiente con cientos de cuerpos en el suelo entre sangre y balas, las persecuciones y las desapariciones continuaron. Sin embargo, parte de la prensa fue callada, al mostrarse en los titulares un supuesto enfrentamiento entre terroristas y ejercito nacional.
Las cámaras de periodistas extranjeros fueron retenidas y jamás se revelaron dichas imágenes donde policías como soldados mataban a sangre fría a los mexicanos protestantes.
Después de la masacre, Díaz Ordaz contestó los seis puntos que el Consejo Nacional de Huelga pedía en su IV Informe de Gobierno, a los que su sucesor Luis Echeverría Álvarez comentó «La situación en México equivale a realidades complejas respecto a las cuales nosotros mismos tenemos que hacer minuciosas reflexiones y análisis».
Los abucheos en el Olímpico Universitario de la UNAM, ni ser considerado uno de los gobiernos más sangrientos de la historia borra este suceso.
Tras 50 años, se recuerdan a los caídos en dicha protesta bautizada como «La Matanza de Tlatelolco».
Fuente: Gaceta UNAM
Imagen: 4 Vientos