Editorial
“Se murió el fútbol” …mencionó el periodista Sebastián Vignolo en su programa ’90 minutos de fútbol’ cuando la peor noticia cimbró al mundo futbolístico, sacudió al mundo terrenal.
Siempre protagonista, siempre en las portadas, Diego Armando Maradona y su muerte detuvo al mundo y desató la histeria e incredulidad de pocos y extraños, hasta los ateos abrieron de par en par sus ojos y oídos al ver y escuchar que ‘El Diez’ no había gambeteado a su máxima rival en los últimos años y a quién en diversas ocasiones se le había escapado, la muerte.
Tendencia en Twitter, saturando Facebook, inundando Instagram, siete de cada diez mensajes en WhatsApp eran sobre él. Millones le lloraron, otros tantos aprovecharon la ocasión para dejar salir al mundo frustraciones y penas, creyentes fieles de que subirse al tren llamado ‘Tendencias Actuales’, les iba a proveer de la aceptación que, en su círculo íntimo, no tienen.
Dicho esto, y sin dejar de lado los episodios grises de su vida pos-balompié, el ‘Diego’ traspasó su leyenda en vida para obtener la inmortalidad eterna. Tratar de entender el fenómeno del superhéroe argentino es imprimirse de la cultura de todo un país, es ver y no enloquecer al escuchar que una nación ha decretado tres días de duelo, tres días para desatar una de las cascadas más grandes de la historia, todas en honor al ente que hizo soñar, que permitió brillar a cada una de las personas que marcó en sus 60 años de vida.
Es hablar del caudillo, es hablar del líder, es hablar del extraterrestre que conquistó cada uno de los parajes que su juego tocó, es hablar del hombre que era un imagotipo andante porque el rostro del ‘Pelusa’ no es la imagen del mejor jugador del mundo en su momento, tampoco es la etiqueta de uno de los mejores de la historia –o el mejor-, no es la imagen del Napoli, de Boca, de Argentinos, es la representación en cada rincón del planeta de su país, de una cultura que suda por cada poro de su piel el juego de la pelota.
Era el capitán, como lo dijo el ‘Cabezón’ Ruggeri. El capitán que conquistó la tierra azteca dejando postales inolvidables para los anales de la historia balompédica. El jefe, el de la mentalidad ganadora, aquél que lo catalogaron de ‘gordito’ y que en ese juego pulverizó al rival, porque así era Diego, el de los tamaños inmensos y que sus piernas no pudieron más por cargar siempre el peso de todos, sus detractores e hinchas.
Diego, el único que se le permitió el nombre del Todopoderoso en sus acciones y como mote, está ahora en el más allá, en la cancha celestial, gambeteando entre nubes, haciendo lo que disfrutaba con todo su ser.
Hasta siempre ‘Diez’ y recuerda, ‘Live is life’.|