La actual plantilla del Real Madrid sacó su experiencia en estas instancias y derrotaron 3-1 a un Liverpool que sufrió la lesión de Mohamed Salah y los errores de Loris Karius.
Llegó el día más esperado del fútbol a nivel de clubes, la final de la Champions League. Con dos equipos históricos y llenos de éxitos, por un lado el Real Madrid, por el otro el Liverpool, ambos con una sumatoria de 15 campeonatos de Europa conseguidos.
Arranque teñido de rojo
Con la gran mayoría de la afición a su favor, el conjunto del Liverpool no esperó ni un minuto para hacer sentir su poderío ofensivo en el terreno de juego del Estadio Olímpico de Kiev.
Los ingleses tal vez no reflejaban en tiros a gol su dominio, pero si lo hacían en las descolgadas a profundidad que constantemente ejecutaban por los interiores de la cancha.
Pasaban cinco, diez y quince minutos, pero Liverpool no bajaba el ritmo y demostraba su prematura superioridad en el rectángulo verde. Cada vez que un jugador madrileño tocaba el esférico era víctima de abucheos y también de la férrea cobertura que los once hombres de rojo plasmaban en cada rincón del espacio.
Pero nunca es bueno confiarse y menos cuando enfrente está un club que se ha llevado a casa las dos últimas “orejonas” en disputa.
Una aproximación le bastó al Real Madrid para poner a temblar a toda la zaga del Liverpool. Se trató en una jugada a velocidad, en donde la pelota le llegó al “Bicho” que de derecha impactó, pero con la mala suerte del desvío por encima del travesaño.
Esa jugada pudo haber sido un parteaguas para los de blanco, sin embargo, el equipo de Inglaterra tendría la más importante a su favor al minuto 22’.
Desde la izquierda, Sadio Mané hizo ingresar la pelota al área donde Roberto Firmino, un tanto apurado pudo sacar el impacto que fue rechazado por un defensor español, pero el rebote le fue perteneciente a Alexander Arnold, quien de derecha trató de cruzar su disparo sin suerte alguna, pues Keylor Navas posaba quieto con la de gajos en sus manos.
La caída del Faraón
El encuentro era un deleite al paladar de cualquier aficionado al fútbol, pero todo se amargó cuando algo lamentable pasó en el campo al minuto 30’.
Un forcejeo deportivo entre Sergio Ramos y Mohamed Salah terminaron por tumbar al egipcio, quien cayó de manera antiestética, sobre su hombro izquierdo que no aguantó más y terminó por dictarle al “Faraón” el fin de su participación en la tan ansiada final.
Entre lágrimas y con los aplausos del respetable, Salah abandonó en Olímpico de Kiev con la fé inquebrantable de que sus compañeros podrían sacar a flote el partido.
En España también lloran
Las malas noticias continuaban, ahora la víctima de un problema muscular era Dani Carvajal, lateral derecho del equipo español que al igual que su colega africano salió del terreno con una dramática escena de llanto y desesperación.
Los últimos minutos del primer tiempo fueron exaltados por una mejoría notoria del Madrid, quien tuvo dos muy buenas oportunidades para romper el cero. Primero una jugada en fuera de lugar que miles de aficionados gritaron como “gol” y después un tiro potente de Nacho Monreal desde su costado derecho, que puso a trabajar a Loris Karius que vigilaba atento su marco.
El inicio del segundo tiempo fue verdaderamente merengue. Al 46’ Isco Alarcón protagonizó un disparo al larguero, aprovechando un error de Adam Lallana.
Regalo con moño
Pero la segunda oportunidad no sería desaprovechada y vaya de qué manera. Un balón largo le llegó a las manos al portero alemán Loris Karius, quien en su afán por despejar con las manos, no se dio cuenta que Karim Benzema estaba totalmente en frente de su presencia, lo que originó que chocara la pelota recién despegada de las manos del arquero para que esta se fuera al fondo de las redes de manera inverosímil.
Respuesta red
Parecía que el ánimo de los rojos iría en declive, pero pasó todo lo contrario. Tres minutos después y en un tiro de esquina, Sadio Mané se encontró vivo el balón que estaba esperando que fuera impactado, a lo que el senegalés respondió el saludo y la mandó a guardar para poner el empate y hacer enloquecer a la gran multitud inglesa que cantaba y gritaba en el estadio.
Gol digno de una final
Era un partido nuevo, el empate prevalecía en el marcador pero el Real Madrid volvía a poner en manifiesto que se siente demasiado cómodo jugado la Champions League, la disfruta, la goza y se siente dueño de ella.
Un centro desde la izquierda llegó al centro del área chica, donde se vio a Gareth Bale hacer una pirueta de chilena que alcanzó a sincronizar de forma perfecta, pues de pierna izquierda impactó el instrumento de juego que de forma preciosa venció a Karius para poner el gol de la victoria parcial para su equipo. Dos a uno en el marcador, Real Madrid acariciaba la copa.
Las cosas volvían a donde estaban el inicio del segundo lapso, el doce veces campeón de Europa se sentía cómodo pero el Liverpool no estaba muerto y lo demostraba con un disparo de larga distancia de Sadio Mané que se fue directo al poste vertical derecho de Keylor Navas, que respiraba hondo al igual que toda la multitud blanca.
El villano de la noche
Liverpool fue víctima de osos y autor de grandes atajadas en la final, pero la fiesta se acabó cuando al minuto 83’ se vio torpe en un disparo de larga distancia obra de Gareth Bale. El guardameta no pudo tomar el balón de manera segura y se le escurrió por la palma de las manos, haciendo que se metiera a la portería por tercera ocasión.
El tiempo también se escurrió, se exprimió por completo y terminó por decretar al Real Madrid, quien por tercera vez consecutiva logra levantar el máximo torneo de clubes a nivel mundial.
Foto cortesía: Carlos Ponce, Twitter.